Algunas calles no destacan pese a tenerlo todo para ello. Como esa cercana a la plaza de San Pedro, de donde salen los turistas desorientados buscando la siguiente parada del recorrido que se marcaron en el hotel; vecina de otras más animadas por sus trattorias y tiendas de recuerdos. Y sin embargo, ésta vive sólo para las motos que aparcan en ella y para sus dos negocios. Uno, la 'Galería San Pietro', la tienda de antigüedades o trastos de Vezzio; el otro, el que conocen los amigos de los cardenales y los obispos, donde les compran las cruces pectorales de oro y piedras preciosas que les regalan: la orfebrería, el taller especializado en artículos religiosos de los hermanos Savi.
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